Capítulo II

Inflamación/ Alquimia/ Carne/ Ambigua/ Oxímoron
Ella les ha dado vida a estos cuerpos.

Las carnes intentan romper el armazón que les impide ser libres, pero no son carne.
Se disfrazan de vidrio con la intención de asemejar vidrieras, pero son opacas, no son cristal.

La luz no atraviesa sus superficies, el reflejo se parte sobre la cerámica.
Parece que esas pulpas se inflamen detrás de los yerros; se muestran inquietas, nerviosas,

incómodas.

Resultan inflamadas porque conforman un tejido, tejido que no corresponde con el lugar que
ocupan. Son carnes y dejan de serlo, quieren ser cristal y no lo son, vidrieras opacas que

intentan

romper con el acero que las ahoga.

El hinchazón es síntoma de una falta de asepsia; hay un elemento ajeno al cuerpo que lo

violenta,

un extraño, que pretende ser deudo.
Hay un sentimiento que se intuye constante: la Fe.

Fe de Liberación.

Fe que da Esperanza.

Pero ante todo, nos surge también una serie de violentas dudas; en el caso de que estas carnes

se

liberen, ¿dejarán de ser carnes? ¿se desharán de sus disfraces? ¿permitirán que la luz las

atraviese?

Probablemente la duda nos siga alejando de la certeza, pero debemos tener cuidado, las

carnes aun
no están muertas.

Paloma de la Cruz parece que trabaje con Alquimia. En su obra se deduce una continua
ambigüedad; hay materiales que parecen ser de una naturaleza que luego no son. Pero el
juego no solo es permanente en la superficie de sus piezas, sino que este recurso lo aborda
como unametodología; constantemente alude a una anfibología de conceptos que dotan a su
trabajo de una indeterminación conceptual que provoca una fuerte tensión en el espectador.
No sabemos que son, que es lo que se nos presenta. Hay una fuerte belleza en el carácter
ambiguo de sus obras, a parte de que hablamos de objetos que habitualmente invaden, en su
totalidad, el espacio en el que convivimos con ellos. Esto les otorga una dimensión
monumental que potencia ese desasosiego que crea en aquellos que entramos en contacto
con su obra.